Mensaje del Párroco por el Día de la Madre – P. Jomon Joy, Sch.P.
Querida familia parroquial,
Esta semana celebramos un día que toca el corazón de cada hogar: el Día de la Madre. Como su párroco, me siento profundamente bendecido de servir en una parroquia cuyo nombre —La Anunciación— honra a la Madre de todas las madres, nuestra Santísima Virgen María, quien dijo “sí” a Dios con amor, humildad y valentía. En este día tan especial, quiero tomar un momento para honrar no solo a las madres biológicas, sino a toda mujer que vive con un corazón de madre. Algunas de ustedes son madres de sus propios hijos. Otras son madres espirituales, madrinas, catequistas, maestras, cuidadoras, o simplemente mujeres que llevan en su interior la ternura, la fortaleza y los silenciosos sacrificios que definen la verdadera maternidad. A todas ustedes, les digo desde lo más profundo de mi corazón: gracias. Ustedes son un regalo para este mundo.
En el mundo de hoy, tan rápido y tan lleno de ruido, la fuerza silenciosa de una madre muchas veces pasa desapercibida. Pero en el Evangelio vemos algo poderoso: Jesús no solo hablaba a las multitudes o hacía grandes milagros—Él notaba los pequeños actos de fe, como una viuda que daba su última moneda, o una madre que suplicaba por su hijo. Él veía esos sacrificios invisibles. Y yo creo que Él sigue viéndolos hoy—en cada pañal cambiado, en cada lágrima secada, en cada oración susurrada, en cada comida preparada, y en cada abrazo dado cuando nadie más lo notaba.
Muchas de ustedes son las que traen a sus hijos a la iglesia. Las que los preparan para la Primera Comunión. Las que oran por sus familias en silencio. Las que sostienen todo cuando la vida se pone difícil. Ustedes son las manos y el corazón vivo de Dios en sus hogares.
Y para aquellas que anhelan ser madres, o que cargan el dolor de la pérdida, quiero decirles: su amor también cuenta. Su espíritu maternal, su compasión, su cuidado—eso las hace madres a los ojos de Dios. Ustedes también forman parte de esta celebración. La maternidad no es solamente dar a luz, sino dar vida, amor y esperanza a los demás. Eso es sagrado.
A los hombres de nuestra parroquia: que este día sea uno de gratitud. Honren a su esposa, a su madre, a sus hijas, a sus hermanas. Digan palabras de cariño. Hagan algo pequeño pero significativo. Háganles saber cuánto valoramos su amor y su entrega. Queridas madres y mujeres de nuestra parroquia, quiero que sepan: ustedes son maravillosas. Son líderes espirituales en sus hogares. Son ejemplos de fe, de servicio y de fortaleza silenciosa. Nuestra parroquia está viva gracias a ustedes. Nuestra fe se transmite gracias a ustedes. Ustedes no son solo parte de la iglesia—son el corazón que la hace latir. Hoy, demos gracias a Dios por ustedes. Recemos por ustedes. Y pidamos a María, nuestra Madre, que las envuelva con su amor e intercesión.
De parte de su párroco, con amor y profunda admiración,
Feliz Día de la Madre.
Ustedes son una verdadera bendición para todos nosotros.
Que Dios las bendiga siempre,
P. Jomon Joy, Sch.P. Párroco – Parroquia La Anunciación